sábado, 30 de junio de 2012

200 microrrelatos "On the road".



200 microrrelatos on the road

Se ha publicado el libro de los doscientos finalistas del Certamen de Microrrelatos ArtGerust ON THE ROAD, convocado por la editorial ArtGerust, de entre los más de 1.000 relatos que han concurrido a esta convocatoria.
Los trabajos son microrrelatos de no más de 160 palabras cuya temática es una buena mezcla entre literatura, la llamada literatura de viaje iniciático y las famosas “Road Movies” cinematográficas. En resumen, microrrelatos que narren viajes que se desarrollen enteramente en la carretera.

Entre los doscientos seleccionados se encuentra el microrrelato que da nombre a este blog Whitman de camarada

Os dejo con el vídeo promocional.




sábado, 16 de junio de 2012

El hijo de Pablo


La gente me mira, mucho y durante tiempo. Se quedan ahí sentados frente a mí,reflexionando, supongo.Aunque a estas alturas debería estar acostumbrado no acabo de entenderlo.¿Qué me verán?.El aspecto sombrío, la desazón, el horror del ser humano.¿Es eso lo qué buscan, de lo que tanto les han hablado.?
Desde el inicio fué así, ya entonces mis grandes formas y deformidades contrarias a lo que entonces se tenían por cánones de belleza llamaban la atención.
Me gusta observar sus rostros, algunos con ojos de bisturí, también los hay con narices diminutas y olisqueantes,despistados, eruditos, parejas de novios, disparejas muy unidas y los que no me prestan ni la más mínima atención.También están los distraidos y los observadores de sinsentidos que no encuentran  un porqué.Los más generosos son los niños. Entre semana vienen grupos de los colegios y espontáneamente me regalan sus opiniones sin dobleces, ni artificios.
Los adultos disimulan hacen como que quieren entender, releen sus guías explicativas, acerca de como y porqué soy un icono. Un grave error no me siento así, a pesar de ser ya casi octogenario, y llevar escuchando el adjetivo más de media vida.
Nací en París a principios del verano del 37; poco antes de la guerra.Mi padre Pablo era un iconoclasta y mi madre supongo que sería una bella musa, pues nunca la conocí.
En mi ciudad natal permanecí poco tiempo, tras un primer contacto con el público que resultó noqueante y casi un fracaso,marché a Londres.
Allí las impresiones acerca de mí seguían siendo poco favorables. A mi padre no le importaba. Él vivía su vida de modo cristalino, seguro de sus trazos, sus ideas, amistades y, del inmenso talento que escondía su imaginación.
A la vuelta de mi viaje a Inglaterra, tras una estacia muy breve en la ciudad de la luz, mi padre decidió que debía marchar a Nueva York donde pasé,la mayor parte de mi edad adulta. Ésta etapa fué también ajetreada con múltiples viajes por toda América.
A medida que pasaban los años las opiniones de los visitantes fueron cambiando.Adquirí una pátina de clasicismo , de paso a la posteridad, que en nada tenía que ver con los primeros años de críticas y desencuentros . Mis maneras fueron adquriendo matices más profundos, desconocidos para mí, incluso para mi padre diría yo. La gente venía a verme con respeto, con devoción,como símbolo de algo que escapaba a mis sentidos.
También he tenido momentos difíciles, ataques contra mi naturaleza desde distintos ámbitos e ideologías que han intentado apoderarse de mi significado, he de decir con orgullo, que sin conseguirlo.
Con posterioridad a la muerte del mi padre,se cumplió su deseo y hoy tengo mi morada , en su país natal.
Ahora desde la atalaya de mis setentaycinco años busco mi esencia, mi mensaje, cual es y dónde se encuentran mis claves, no sabría decir. Sólo las conoce mi progenitor.
El  toro, el caballo asaeteado, el alarido de la madre con su pequeño muerto.Trazos firmes, bruscos y geniales entre grises de guerra y espanto.La luz iluminándo levemente la amargura. Desde mis entrañas se han engendrado ideologías, batallas,sentimientos, reflexiones.Pero, ¿cómo explicarlo?.
Quizás, para mí, todo encajó y se formularon las incognitas una tarde plúmbea e invernal. Sonaban las cinco en el reloj de Atocha  cuando una anciana entró en la sala. Sólo la ví aquella vez.Me dedicó medias palabras que yo no alcancé a descifrar,y sentada frente a mí pasó largas horas en un mundo lejano al que sentí, que yo la tansportaba. La mirada acuosa, las manos febriles, la mente arrugada, los sentimientos desbordándose a través de sus poros. Al dormirse la tarde se acercó y muy despacio deshilvanando las palabras me dijo:
-Yo estuve allí,en Guernika.

Eyre Lebasy
14 de junio de 2012






sábado, 9 de junio de 2012

Poema 1137 - Emily Dickinson

                             
                                  Tell all the truth but tell it slant-
                                  Success in Circuit lies
                                  Too bright for our infirm Delight
                                  The Truth's superb surprise

                                  As Lighting to the Children eased
                                  With explanation kind
                                  The Truth must dazzle gradually
                                  Or every man be blind



                                  Di toda laVerdad pero dila sesgada -
                                  El Éxito se halla en los Rodeos
                                  Demasiado brillante para nuestro enfermizo Deleite
                                  La sublime sorpresa de la Verdad

                                  Como el Relámpago les es suavizado a los Niños
                                  Con una amable explicación
                                  La Verdad debe deslumbrar gradualmente
                                  O todos quedaríamos ciegos - 



sábado, 26 de mayo de 2012

Autorretrato

Juventud

Pintó sus ojos febriles. El hombro desnudo ahuesado, en escorzo, asomándose por la camisa de algodón. Mirada asaeteada por el destino, sin futuro. Cabellera arrebatada por las ideas progresistas y diferentes. La piel amojamada  por los grises, con pinceladas en carne viva color carmesí. Obra de un moribundo juvenil. Estampa de una vida que nunca llegó a existir, del artista que sí llegó a ser. A los veintiocho años murió con la vida inacabada.

 


Biografía de Egon Schiele

Madurez


Dibujó la realidad de sus demonios, que son los de todos. Las facciones de sus sentimientos, quebradas, rotas, diluidas y sin sentido. Hijo de una infancia perdida, marcada por el autoritarismo y la infamia. Ocres y violetas mezcla de la vergüenza y el abandono paterno. Halló su destino en el arte, por casualidad. Pinto la muerte en la vida, la belleza de la podredumbre humana. Desentrañó con las pinceladas su personalidad entreverada por el alcohol, la autodestrucción, la soledad y la sexualidad transgiversada e incomprendida. El desgarro le acompañó en vida hasta su muerte.




 Biografía de Francis Bacon

Vejez 

Reflejó lo común a través de los surcos de su rostro envejecido por el tiempo. La vida desnuda, sin filtros, ni aderezos. La belleza monstruosa y brutal de los seres humanos. Dibujar su propia mirada, conocedora de la cotidianeidad y sus fealdades. Rasgos adustos de un rostro degradado por la vida, musculatura realzada por los trazos serpenteantes, movimientos de pincel con precisión quirúrgica diseccionando las personalidades y su vulgaridad elegante. Murió como quiso: libre. 



Biografía de Lucian Freud


Verde Colony Room
Era viernes por la noche y el Colony Room del Soho londinense de los años sesenta acogía sus habituales sinvergüenzas, excéntricos, descarriados hilarantes y, por supuesto, alcohólicos profesionales. Del verde amentolado de las paredes se desgranaban toda clase de historias y aventuras en forma de fotografías antiguas, recortes de periódicos y recuerdos indescriptibles. El whisky se mascaba en el aire, las risas correteaban por el pequeño hall de entrada y el humo acompasaba las conversaciones.
Encastrados al final de la barra se encontraban dos de los asiduos del lugar: los pintores Francis Bacon y Lucien Freud conversando con ritmo etílico. Los estaba observando desde el momento en que entré en el club. Como escritor me resultaba fascinante intentar desovillar su conversación. Me preguntaba de qué hablarían: del autorretrato de juventud de Egon Shiele, o quizás de los suyos propios: el de Bacon ya en su madurez o el de ancianidad de Freud. “Creo que debería escribir una serie de relatos sobre esta idea”- pensé.
Eyre Lebasy
3 de junio de 2012


domingo, 20 de mayo de 2012

Poemas de naturaleza - Haiku japonés


El "haiku" es una forma de poesía tradicional japonesa. Se trata de un poema breve formado por versos de cinco, siete y cinco "moras", que en idiomas occidentales equivaldrían a sílabas.
Este es el más famoso haiku escrito en 1686.

Furuike ya
kawazu tobikomu
mizu no oto


El viejo estanque
una rana ha saltado
¡plop!

Matsuo Basho 

La esencia del haiku, el origen, reside en algo tan japonés como la espiritualidad y la naturaleza, ya que tiene sus raices en el asombro que procuce en el poeta la contemplación de la vida cotidiana, los fenómenos atmosféricos , las estaciones,...
Este sentimiento está recogido en el concepto del "aware" que a menudo está unido a una cierta melancolía.
El estilo es sencillo, que no simple, austero, sutil y sin conceptos abstractos.
Todo haiku tiene un "kigo", se trata de una palabra o expresión que nos indica la estación, periodo o día del año a que se refiere el poema.
Estos son ejemplos de kigos de primavera: la flor del cerezo, la rana, la mariposa, las golondrinas, las lluvias de mayo,...

Entre lluvias de mayo
una noche, furtiva
la luna en los pinos
 
Oshima Ryota

Os dejo con otros haikus de unos cuantos autores que os sorprenderán.

Qué distinto el otoño
para mí que voy
para ti que te quedas. 
 
Masaoka Shiki
 
Hecho de aire
entre pinos y rocas
brota el poema. 

   Octavio Paz
  
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
 
Jorge Luis Borges

Aquí está el enlace de un blog muy interesante:Gotas de haiku



Isla de Miyajima (Japón)

sábado, 19 de mayo de 2012

Más allá


Trató una vez más de tomar un trago de agua pero el vaso se le deslizó entre las manos huesudas. Pensó "Hay que ver lo difícil que es la vida cotidiana después de la muerte".


Eyre Lebasy
18 de mayo 2012


Tarta vienesa


Cuatro de la tarde. Café Central. Viena. Otto ordena un capuccino y una tarta de mascarpone con frambuesas. Lee “Muerte en Venecia”.Matilde, sin embargo, siempre pide chocolate con nata y un struddel de manzana, mientras escribe cuentos en su pequeño cuaderno rojo.
Al principio de conocerse siempre charlaban de los temas más variopintos, ahora apenas se dirigen la palabra.
A las siete en punto pagan la cuenta y se marchan. Ha sido así durante los últimos veinte años.
Una tarde ella dijo:
– ¡No podemos seguir así la rutina nos está matando. Necesitamos un cambio!
-Tienes razón. Intentemos algo nuevo- contestó.
Desde aquel día están encantados. A él le fascinó el struddel de manzana y ella  encontró deliciosa la tarta de mascarpone con frambuesas.

Eyre Lebasy

18 de mayo de 2012

 



viernes, 20 de abril de 2012

La vida del anciano Tembo


Creo que ahora que camino la senda del cementerio, del que no regresaré jamás, es el momento oportuno para contar la historia de mi vida.
Nací en el sur de la selva, dentro de una manada bastante bien avenida. Como definición de mi infancia se podría decir que fue como debe ser: feliz, sin  preocupaciones, ni dolor.
En las mañanas soleadas compartía paseos hasta el río con mi madre para bañarnos y por las noches, los rumores de la jungla me adormilaban con familiar arrullo. El único peligro eran los leopardos o tigres que,  a menudo, nos atacaban, pero siempre tenía el halo protector de la experiencia de los más adultos.
El hechizo se rompió el día en que fui capturado por los tiranos.  Separado de mi congéneres y amarrado a un árbol, la soledad me acompañó hasta que lograron domesticarme a sus maneras y según sus deseos.
La llegada a la ciudad carmesí de Jaipur me trajo estupor y amargura pues mi hogar pasó a ser una  barraca infame en los suburbios, donde compartía  una convivencia llena penurias con otros esclavizados como yo. Mi amo no merece más que mi desprecio. Se trataba de un ser vil, deleznable y sin un ápice de humanidad.
Subir y bajar, bajar y subir del Fuerte Amber: esa era mi vida.Cargado con viajeros de múltiples rostros, razas, lenguas y caracteres, que en nada  aliviaban mi monótona existencia de trabajo. Aprendí bien mis deberes bajo las constantes amenazas de mi amo. No mostrar nerviosismo, ayudar a los clientes inclinando levemente las patas delanteras, y  con un gesto eficaz de la trompa, auparles hasta el lomo.
Al pasar algunos meses, de vuelta de una interminable jornada laboral, fue cuando por primera vez me fijé en ella: cabalgando sobre un tigre de Bengala, sus múltiples brazos sostenían puñales; vestía un sari rojo y aderezaba su cabello con una corona dorada. La invencible, la diosa Durgha ,ante mí, en su templo. A partir de ese día, a mi regreso no podía evitar quedarme extasiado ante su presencia. Hasta pareciera que ella también se fijara en mí, el simple Tembo; aquel que guardaba como un tesoro, sus anhelos de regresar a la libertad algún  día.
Llegué a tener el total convencimiento que ella era la única que podía penetrar en mi corazón como una daga, para examinar y conocer los posos de amargura que contenía.

El otoño era la estación de la festividad de Durgha y por tal motivo salía todo Jaipur a las calles a celebrarlo con gran algarabía, desorden y música.  Mi cuerpo lo pintaban por completo de filigranas coloreadas para acompañar todo el frenesí de sensaciones que envolvía el ambiente.
Aquel octubre era diferente. Al comenzar la tarde y salir Durgha en la cabalgata acompañada por hordas infantiles desbordadas de alegría, mis sensaciones no se mezclaban con las del resto. Pareciera que ella me observaba, que en su fuero interno algo bullía.
La tarde era calurosa y apacible. Los niños disfrutaban con cantes y bailes, los ancianos observaban desde los umbrales de sus moradas, los jóvenes aprovechaban la ocasión para evadirse de la presencia vigilante de sus progenitores.El desfile se desarrollaba por sus cauces naturales.

En el momento del atardecer, los colores del cielo se difuminaron con los de los ropajes de la gente y de pronto Durga dirigió hacía mí su mirada.
Quedé perplejo, petrificado. Un golpe de mi amo me sacó del estupor. Caminé unos pasos más.Creí ver un pequeño ademán del puñal en sus manos. Volví a quedarme inmóvil; mi dueño se acerco dispuesto a darme una tremenda paliza. Entonces surgió una voz clara y autoritaria que dijo:
–¡No te atrevas a darle un golpe más!¡Te lo prohíbo!

La diosa procedió entonces, con gesto certero, a cortar la soga que me ataba a la esclavitud en la que vivía desde hacía tantos años.
–Sígueme Simba ha llegado el momento que estabas esperando- me susurró.

Con una indicación suya el tigre de Bengala dio un salto comenzando a galopar. Sin pensármelo fuí tras ella. Nuestra huida se dilató varias jornadas en las que atravesamos todo tipo de geografías, climas y terrenos.
Hasta que, al amanecer del quinto día, comencé a reconocer  el paisaje de mi niñez.

En lo más profundo de la maleza Durga se detuvo:

–Tembo, por fin he podido cumplir tus deseos, ya eres libre.

Marchó sin mirar atrás, sin tiempo para los agradecimientos y las despedidas.

La vida en libertad al principio fue abrumadora e infinita.La carga llegó a hacerse insoportable. El desasosiego por lo desconocido, lo diferente, lo que tanto había deseado, pero al tenerlo se hacía inescrutable como la noche. La vida tenía ahora unas nuevas coordenadas que yo desconocía por completo. Tuve miedo. Me sentía incapacitado para sobrevivir.
La suerte una vez más me acompañó y hallé una manada que, como en los tiempos de mi niñez, me acogió en su seno, generando de nuevo en mi sensaciones de pertenencia  a una gran familia. El tiempo, la paciencia y las ganas de aprender me otorgaron la sabiduría suficiente para poder llegar a ser el guía de nuestro pequeño grupo.

Al final del día solía sentarme para ver morir a la tarde y era cuando surgían en mí los recuerdos de mi tiempo bajo los yugos de la esclavitud. No lograba sacar de mi espíritu la amargura y el rencor. Al repasar los sentimientos que albergaba éstos destilaban venganza, no hallaba cómo reconciliarme con lo que me sucedió.
Hoy soy un anciano en su último viaje y puedo decir que toda experiencia de mi vida dio un fruto que a su vez germinó en un aprendizaje del cuál estoy agradecido.

Ahora que llego al final del camino, veo las grandes osamentas de mis ancestros, sabiendo que moriré de la forma que siempre quise:estando en paz conmigo mismo.


Eyre Lebasy
20 de abril de 2012





La clave única


Se levantó por la mañana y angustiada, en el desayuno, le comentó a su marido.
–Horacio, tenemos que hacer algo, ya no controlo a las password. Estoy desesperada. ¡Quiero la clave única!.
–Mujer, no será para tanto son ya muchos años los que llevamos todos juntos y aunque hemos tenido nuestros altibajos, al final todo se soluciona.
–No, esta vez es definitivo ¡No aguanto más! Creo que se divierten viendo mi nerviosismo. Al principio las manejaba bien, pero ahora campan a sus anchas. Ayer, sin ir más lejos, cuando intenté entrar en facebook , la clave se me lió con la de twitter, aunque no estoy segura porque también estuvo enredando la de tuenti. A veces trato de encender el móvil y me aparece la de la tarjeta de crédito, que a su vez se mezcla con la clave de operaciones del banco. Antes de ayer, cuando accedí al blog la password se camufló por la de la tarjeta de puntos de la línea aérea.
–Candela, deberías tomártelo con más calma. Ya sabes como es de estricta la clave única. Yo en esto de las password siempre  prefiero tener un enfoque más dialogante. Démonos un mes de plazo. Intentaremos poner orden y meterlas en vereda anotándolas en una agenda, a ver si de esta manera dejan de tener ese punto de rebeldía. Si no funciona ya buscamos algo más drástico, como tú propones.

-He de reconocer que no son todas iguales. Las de los bancos y las compañías suministradoras son más serias. Debe de ser por la madurez que les da el ser una combinación alfanumérica. Pero la de las redes sociales y  blogs no tienen remedio, son unas insumisas, sin ningún tipo de vergüenza, como saben que con un simple correo y un link se las puede resetear… De todas formas está bien, nos daremos un mes de plazo como tú quieres, a ver que tal va.

En ese momento abrió el portátil para echar un vistazo al correo electrónico. Al poner la password le dio un error. Esa no era la correcta; debía ser que estaba intentado bromear con ella la contraseña de la página web de viajes…


Eyre Lebasy
19 de marzo de 2012



lunes, 2 de abril de 2012

El gato de Hemingway


“El gato bajo la lluvia” es un cuento de Ernest Hemingway que fue publicado por primera vez en 1925 dentro del libro de relatos “En nuestro tiempo”. Según García Máquez es el mejor cuento del mundo.
La historia está basada en un hecho acontecido en Rapallo,un pueblo de la Liguria italiana, en 1923. Su mujer Elizabeth Hadley Richardson estaba embarazada de dos meses cuando se encontró un pequeño gato bajo la lluvia y comenzó a decir “¡Quiero un gato! ¡Quiero un gato ahora! Si no puedo tener pelo, ni diversión; quiero tener un gato.” 



El gato bajo la lluvia

Sólo dos americanos paraban en el hotel. No conocían a ninguna de las personas que subían y bajaban por las escaleras hacia y desde sus habitaciones. La suya estaba en el segundo piso, frente al mar y al monumento de la guerra, en el jardín público de grandes palmeras y verdes bancos. Cuando hacía buen tiempo, no faltaba algún pintor con su caballete. A los artistas les gustaban aquellos árboles y los brillantes colores de los hoteles situados frente al mar.
Los italianos venían de lejos para contemplar el monumento a la guerra, hecho de bronce que resplandecía bajo la lluvia. El agua se deslizaba por las palmeras y formaba charcos en los senderos de piedra. Las olas se rompían en una larga línea y el mar se retiraba de la playa, para regresar y volver a romperse bajo la lluvia. Los automóviles se alejaban de la plaza donde estaba el monumento. Del otro lado, a la entrada de un café, un mozo estaba contemplando el lugar ahora solitario. 
La dama americana lo observó todo desde la ventana. En el suelo, a la derecha, un gato se había acurrucado bajo uno de los bancos verdes. Trataba de achicarse todo lo posible para evitar las gotas de agua que caían a los lados de su refugio. El gato tenía que estar a la derecha.
Tal vez pudiera acercarse protegida por los aleros.
—Voy a buscar ese gatito —dijo ella.
— Iré yo, si quieres —se ofreció su marido desde la cama.
—No, voy yo.
El pobre minino se acurrucaba bajo el banco para no mojarse ¡Pobrecito!
El hombre continuó leyendo, apoyado en dos almohadas, al pie de la cama.
—No te mojes —le advirtió.
La mujer bajó y el dueño del hotel se levantó y le hizo una reverencia cuando ella pasó delante de su oficina, que tenía el escritorio al fondo. El propietario era un hombre muy viejo y muy alto.
—Il piove —expresó la americana.
El dueño del hotel le resultaba simpático.
—Sí, si signora, brutto tempo. Es un tiempo muy malo.
Cuando la americana pasó frente a la oficina, el padrone se inclinó desde su escritorio. Ella experimentó una rara sensación. Se quedó detrás del escritorio, al fondo de la oscura habitación. A la mujer le gustaba. Le gustaba la seriedad con que recibía cualquier queja. Le gustaba su dignidad y su manera de servirla y de desempeñar su papel de hotelero. Le gustaba su rostro viejo y triste y sus manos grandes.
Estaba pensando en aquello cuando abrió la puerta y asomó la cabeza. La lluvia había arreciado. Un hombre con un impermeable cruzó la plaza vacía y entró en el café. El gato tenía que estar a la derecha. Tal vez pudiera acercarse protegida por los aleros. Mientras tanto, un paraguas se abrió detrás. Era la sirvienta encargada de su habitación, mandada sin duda, por el hotelero.
—No debe mojarse— dijo la muchacha en italiano, sonriendo.
Mientras la criada sostenía el paraguas a su lado, la americana marchó por el sendero de piedra hasta llegar al sitio indicado, bajo la ventana. El banco estaba allí, brillando bajo la lluvia, pero el gato se había ido. La mujer se sintió desilusionada. La criada la miró con curiosidad.
—Ha perduto qualque cosa, signora?
—Había un gato aquí— contestó la americana.
—¿Un gato?
—Si, il gatto.
—¿Un gato? —la sirvienta se echó a reír
—¿Un gato? ¿Bajo la lluvia?
—Sí; se había refugiado en el banco —y después— ¡Oh! ¡Me gustaba tanto! Quería tener una gatito. Cuando habló en inglés la doncella se puso seria.
—Venga, signora. Tenemos que regresar. Si no, se mojará.
—Me lo imagino— dijo la extranjera.
Volvieron al hotel por el sendero de piedra. La muchacha se detuvo en la puerta para cerrar el paraguas. Cuando la americana pasó frente a la oficina, el padrone se inclinó desde su escritorio. Ella experimentó una rara sensación. El padrone la hacía sentirse muy pequeña y a la vez, importante. Tuvo la impresión de tener una gran importancia. Después de subir por la escalera, abrió la puerta de su cuarto. George seguía leyendo en la cama.
—¿Y el gato? —preguntó abandonado la lectura.
—Se ha ido.
—¿Y dónde puede haberse ido? —dijo él, descansando un poco la vista.
La mujer se sentó en la cama.
—¡Me gustaba tanto! No sé por qué lo quería tanto. Me gustaba ese pobre gatito. No debe resultar agradable ser un pobre minino bajo la lluvia.
George se puso a leer de nuevo. Su mujer se sentó frente al espejo del tocador y empezó a mirarse con el espejo en mano. Se estudió el perfil, primero de un lado y después del otro, y por último se fijó en la nuca y en el cuello.
—¿No te parece que me convendría dejarme crecer el pelo? —le preguntó, volviendo a mirarse de perfil.
George levantó la vista y vio la nuca de su mujer, rapada como la de un muchacho.
—A mí me gusta como está.
—¡Estoy cansada de llevarlo tan corto! Ya estoy harta de parecer siempre un muchacho.
George cambió de posición en la cama. No le había quitado la mirada de encima desde que ella empezó a hablar.
—¡Caramba! Si estás muy bonita —dijo.
La mujer dejó el espejo sobre el tocador y se fue a mirar por la ventana. Anochecía ya.
—Quisiera tener el pelo más largo, para poder hacerme moño. Estoy cansada de sentir la nuca desnuda cada vez que me toco. Y también quisiera tener un gatito que se acostara en mi falda y ronroneara cuando yo lo acariciara.
—¿Sí? —dijo George.
—Y además quiero comer en una mesa con velas y con mi propia vajilla. Y quiero que sea primavera y cepillarme el pelo frente al espejo, tener un gatito y algunos vestidos nuevos. Quisiera tener todo eso.
—¡Oh! ¿Por qué no te callas y lees algo? —dijo George reanudando su lectura.
Su mujer miraba desde la ventana. Ya era de noche y todavía llovía a través de las palmeras.
—De todos modos quiero tener un gato —dijo—.Quiero un gato. Quiero un gato. ahora mismo. Si no puedo tener el pelo largo ni divertirme, por lo menos necesito un gato.
George no la escuchaba. Estaba leyendo su libro. Desde la ventana, ella vio que la luz se había encendido en la plaza. Alguien llamó a la puerta.
—Avanti— dijo George, mirando por encima del libro.
En la puerta estaba la sirvienta. Traía un gran gato de color carey que pugnaba por zafarse de los brazos que lo sujetaban.
—Con permiso —dijo la muchacha— el padrone me encargó que trajera esto para la signora.



domingo, 1 de abril de 2012

Poem of Joys (Poema de Alegrías) - Walt Whitman


O, to sail to sea in a ship!
To leave this steady, unendurable land!
To leave the tiresome sameness of the streets, the sidewalks and the houses;
To leave you, O you solid motionless land, and entering a ship,
To sail, and sail, and sail!  
-

O to have my life henceforth a poem of new joys!
To dance, clap hands, exult, shout, skip, leap, roll on, float on,
To be a sailor of the world, bound for all ports,
A ship itself, (see indeed these sails I spread to the sun and air,)
A swift and swelling ship, full of rich words—full of joys.




Oh, para navegar en el mar en un barco!
Para salir de esta tierra firme, insoportable!
Para salir de la monotonía aburrida de las calles, las aceras y las casas;
Para abandonarte, ¡Oh, tierra inmóvil, sólida, y entrar en un barco,
Para navegar, y navegar, y navegar!
-


¡Oh, tener en mi vida a partir de ahora un poema de nuevas alegrías!
Para bailar, aplaudir y alegrarse, gritar, saltar, brincar, rodar, flotar,
Para ser un marinero del mundo, con destino a todos los puertos,
Para ser
un barco en sí mismo, (ver de hecho estas velas que yo extiendo al sol y al aire,)
Un barco rápido y  henchido, lleno de ricas palabras de alegrías.
  



sábado, 31 de marzo de 2012

El amigo del príncipe Zhang



El eunuco entró agitado en la recámara de la emperatriz.
-Majestad una serpiente ha mordido al príncipe Zhang mientras jugaba en el jardín de los cerezos.
El médico real estuvo observando el estado del pequeño.
-Es una extraña clase de reptil, muy peligrosa. No conozco el antídoto. En pocos días puede morir. Sin embargo, tengo noticias de un sabio muy anciano, en las lejanas tierras de Gimzú,   conoce todos los secretos de la naturaleza. Creo que es la última esperanza que nos queda.
El emperador le mandó llamar de inmediato.
Liu viajó, infatigablemente, durante tres días y tres noches hasta llegar al umbral que muy poca gente en el Imperio tenía el honor de traspasar: la Ciudad Prohibida.
Sin más preámbulos fue llevado a la habitación del enfermo
Estudió al pequeño. Yacía en su lecho ovillado, desvalido, sus ojos aguados reflejaban el estado febril y estaba como perdido en la semiinconsciencia que marca la frontera entre la vida y la muerte.
El anciano pidió quedarse a solas con el niño pues, supo que la situación era muy grave. De su fardo deshilachado extrajo una serie de zurrones tintados de colores. Al momento toda la estancia quedó embriagada por las esencias de las hierbas fundamentales de la medicina china.
Las manos huesudas y sabias amasaron de manera experta el cárcamo, la cassia, la efedra, el daphne,  añadiendo menta coreana y polvo de arroz hasta convertir la mezcla en una píldora. Se la dio a tomar al pequeño con un poco leche de yak que traía del viaje, mientras le miraba con ojos paternales. Tomó las delgadas muñecas del enfermo y ató dos hilos de seda de color carmesí. A continuación descansó de su largo viaje  en un jubón que extendió al lado del lecho del moribundo.
Los días siguientes tuvieron un efecto curativo en el príncipe. El viejo sabio no se apartaba de su lado, convirtiéndose en una sombra protectora de Zhang. Éste, por su parte, cada día que pasaba estaba más asombrado con su curador. No se parecía a ninguno de los sirvientes, tutores, eunucos y concubinas que hasta ese momento le habían hecho compañía. Liu le contaba de las tradiciones de su pequeña aldea, de la que nunca había salido antes, de las plantas medicinales que con tanta maestría manejaba, de cómo era la vida del campo: las cosechas, los granizos, las mudas del paisaje provocadas por las estaciones. El príncipe le hablaba de los conocimientos adquiridos a través de los maestros e institutrices que su padre le imponía: las matemáticas, la astrología, la historia; cuestiones que el viejo analfabeto jamás imaginó poder aprender.
La vida del ermitaño se vio completada por una amistad  de la que nunca hubiese disfrutado de otro modo y el pequeño encontró un remanso de ternura que desconocía hasta entonces. La extraña amistad  se forjó sin que ambos parecieran darse cuenta, poco a poco, con complicidades inusitadas y  simpatía recíproca.
Al cabo de unas semanas, el príncipe estuvo completamente recuperado, llegando el momento en que el sabio Liu debía partir.
-Ya no te veré nunca más- dijo Zhang
-Ten paciencia, me verás muy pronto. No debes deshacerte de los hilos de seda rojos, son el camino hacía tu viejo amigo Liu.
En los días siguientes el príncipe estuvo triste y melancólico; todo el mundo en palacio lo achacó a su reciente enfermedad, pensando que en breve volvería a ser el niño travieso que solía.
Una noche, mientras estaba adormilado, una suave brisa empezó a soplar haciéndose poco a poco más fuerte. Los hilos de sus muñecas comenzaron a agitarse como si tuvieran vida propia, elevándole a través de la ventana. Sobrepasó los muros de la ciudad donde vivía enclaustrado desde su nacimiento y voló en medio de la noche: atravesó ríos, valles, montañas; vio ciudades y pueblos, pudiendo reconocer el  mundo del que le había hablado su amigo, sorprendiéndose de la inmensidad de la vida fuera del palacio.
En medio de la oscuridad aparecieron unos campos de terrazas de arroz zigzagueantes como olas infinitas, enmarcando un valle profundo. Los cordeles de seda roja le guiaron hasta lo alto, donde había una humilde choza de bambú. En el umbral estaba el viejo Liu.
-Bienvenido amigo: has encontrado el camino.
-Los hilos me han traído hasta aquí._dijo Zhang
La conversación entre ambos se dilató toda la noche; llevándoles, como siempre, a disfrutar de su mutua compañía.
Al llegar la aurora Liu dijo a al pequeño:
- Como recuerdo de nuestro encuentro te regalo el más especial de los animales: un grillo dorado.
El niño lo guardó con cuidado en su bolsillo y se despidieron con la intuición de que volverían a verse. La brisa aumentó y lo elevó de nuevo a las alturas. Volvió a ver los paisajes que le habían impresionado a la venida y, por fin, pasado un tiempo, que no sabría medir, a lo lejos reconoció las siluetas de los tejados de la Ciudad Prohibida.
Cuando despertó a la mañana siguiente se asomó a la ventana intentando descifrar el sueño que había tenido la noche anterior.
Entonces un canto agitó sus pensamientos; metió la mano en el bolsillo y un precioso grillo dorado apareció ante él.

Eyre Lebasy
3 de marzo de 2012


domingo, 25 de marzo de 2012

Knole House: la casa de Orlando

Knole House es una casa de campo inglesa que se encuentra en Sevenoaks (Kent). Fué contruida entre 1456 y 1486 por el Arzobispo de Canterbury. En los años siguientes  se agrandó,hasta que en 1538 tomó posesión de la propiedad el rey Enrique VIII. En 1566 pasó a estar en manos de la familia Sackville; cuyos descendientes pasarón a vivir en ella desde 1603.


Rodeada por más de 1.000 acres de bosques con ciervos,constituye una de las propiedades más grandes de Inglaterra. Es lo que se denomina un "casa calendario"(edificación que de modo simbólico en sus elementos arquitectónicos contiene las medidas de los días en un año, las semanas en un año, los meses en un año y los días en la semana). Por tanto tiene 365 habitaciones, 52 escaleras,12 entradas y 7 jardines.




Entre sus más notables y conocidos habitantes estuvo la escritora Vita Sackville-West, quien fué conocida por pertenecer al grupo de intelectuales de Bloomsbury a principios del siglo XX. Además era amiga y amante de Virginia Woof. Es, en esta casa, donde la famosa escritora situó Orlando, inspirada por su historia y la de la familia que la habitaba desde hacía más de cuatrocientos años.



La casa contiene numerosas obras de arte del siglo XVII, sobretodo mobiliario y tapices, así como cuadros. También tiene piezas pertenecientes al Renacimiento Inglés. Mención a parte merece el órgano medieval de la capilla, ya que es uno de los más antiguos de Inglaterra.




Hoy en día la mayoría de la propiedad y los jardines siguen habitados por la familia Sackville; sin embargo una pequeña parte está gestionada por el "National Trust" pudiendo ser visitada.
Como curiosidad comentar que en sus jardines en 1967 los Beatles rodaron el video que sirvió de lanzamiento de su canción Penny Lane.

sábado, 24 de marzo de 2012

La exploradora centenaria


Alexandra David-Neel nacida en Paris en 1868 fue una explorada,escritora,filósofa y estudiosa de la espiritualidad. Vivió 101 años. Fue la primera mujer occidental en entrar en Lhasa en los años veinte, disfrazada de peregrino, cuando estaba prohibido acceder allí. Sus libros influyeron a toda la Generación Beat, sobretodo a Kerouac.





Desde muy joven se interesó por las religiones y los viajes. A los 18 años ya había recorrido ,ella sola, varios países de Europa, incluida España.

En 1911 viajó a la India y al año siguiente pudo conocer al Dalai Lama. Un privilegio impensable para una mujer occidental en aquella época. Se convirtió al Budismo y vivió durante cuatro años en una cueva en Skkim cerca de la frontera con Tibet, junto con el joven monje Aphur Yongden. Al que con los años  adoptaría y convertiría en su fiel compañero de viajes.


Alexandra David- Neel junto con Yongden

Junto con Yongden marchó a Japón y en 1924 regresaron a Lhasa disfrazados de peregrinos, donde permanecieron dos meses.

Alexandra y Yongden disfrazados de peregrinos, cubiertos de suciedad, cuando entraron en Lhasa
 

















En 1929 volvió a Francia a la Provenza, donde comenzó a escribir libros. El más famoso de todos es “Magia y misterio en el Tibet” , en él describe todas sus vivencias con los lamas y magos tibetanos. Sobretodo es interesante la explicación del fenómeno  de la "tulpa”: consistente en la creación de un fantasma generado por nuestra mente.

En 1937 Alexandra y Yongden regresaron a Tibet, durante la II Guerra Mundial, para continuar sus estudios en Literatura Sagrada Tibetana.
Durante estos años ella y Yongden completaron la circunmambulación (el acto de moverse alrededor de un objeto sagrado) de la cordillera del Amne Machin en China.

Primera expedición al Tibet en 1912

En 1946 viajó de vuelta a Francia, cuando contaba ya con 78 años. En 1955 murió Yongden. Alexandra continuó escribiendo.Cuenta con más de treinta libros de gran influencia espiritual en muchas generaciones de escritores.
Murió en 1969 a la edad de 101 años. Según  sus deseos, en 1973, sus cenizas,junto con las de Yongden, fueron esparcidas en el río Ganges
Fue galardonada con la medalla de oro por la Sociedad Geográfica de París y nombrada Caballero de la Legión de Honor.